Educación
En primera persona
Teñirse de pueblo
Nelson Santacruz, graduado de la carrera de Periodismo en la UNDAV, ofrece una mirada lúcida y profunda sobre la última marcha federal universitaria.
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Por Nelson Santacruz
En casa teníamos una cámara analógica, de esas de rollo, de las inestables, de las que se pierden, de las que al final salen oscuras. Mi mamá ese día no fue a limpiar a casa ajena, faltó al laburo. Me dijo que me vista con la mejor pilcha con ciertos nervios, que usara "mi remera para salir".
Ella se puso divina, como si fuésemos a una fiesta. Me llevó a mi primer día de clases, como en el preescolar, con sus ojos vidriosos. Creo que nunca voy a olvidar cómo me miraba mi vieja aquel marzo de 2015. Me dijo: "Ponete ahí". "¿Dónde?". "En la entrada, que se vea el cartel".
Los demás me miraban, todos solos, y entraban a sus materias. Me dio cosa, hasta cierta vergüenza. "Dale, ¡mirá acá!". Flash.
“¿Cómo no sensibilizarse con un millón de personas en una Marcha Federal Universitaria?”
Mis abuelos, campesinos, mis padres albañil y empleada doméstica, mis cincuentipico de primos no concebían eso de una "carrera de grado". En su mayoría ni siquiera terminaron la secundaria. Pero ahí estaba yo, con la netbook del Conectar Igualdad, listo para cualquier monografía.
¿Cómo no sensibilizarse con un millón de personas en una Marcha Federal Universitaria?
Es demasiado boludo pensar que ellos, quienes tienen los hilos del poder, construirán una educación que nos permita a nosotros, un puñado de villeros, comprender cómo se tejen las injusticias sociales que pesan sobre nuestros pueblos.
“Cuando muchos villeros entremos en la universidad, le cambiaremos la vida a la sociedad”.
En Argentina están despertando rugidos, y no necesariamente de los leones. Con el desfinanciamiento educativo tocan nervios transversales porque es ahí, en las aulas, donde se pone en juego la dignidad.
Lo que distingue, lo que es mejor en Latinoamérica y el mundo, se oculta en las tizas y en la pedagogía de ese 60% de los docentes bajo la línea de la pobreza. Y también en las venas abiertas de la lucha estudiantil.
¡Nadie quiere un ajuste a sus esperanzas!
Me quedo pensando en la foto que no salió, en mi experiencia que es colectiva, en este día. Parafraseando a la grandiosa Berkins: cuando un villero entra en la universidad pública le cambia la vida a esa persona. Cuando muchos villeros entremos en la universidad, le cambiaremos la vida a la sociedad.
Fotos: Paloma Cerna @palomacerna | Fotógrafa de Isla Maciel