Editorial

Superar los prejuicios

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Por Ing. Jorge Calzoni | Rector de la Universidad Nacional de Avellaneda

Una pregunta frecuente que suelen hacernos a quienes tenemos responsabilidades de gestión en las universidades públicas, es si la educación superior está en sintonía con los nuevos tiempos. La pregunta da por sentado, en la mayoría de los casos, que estamos de acuerdo en que los tiempos que vivimos son nuevos y en qué consiste esa novedad.

¿Estaremos de acuerdo?

Dejemos, por ahora, ese interrogante (que consideramos de fundamental importancia y cuyo abordaje suspendemos para abordar lo que vine a compartir con ustedes) para enfocarnos en el núcleo mismo de nuestras preocupaciones desde que elaboramos el Proyecto Institucional Universitario, que es decir nuestro ensayo fundacional: la innovación y la permanente actualización de nuestra propuesta académica, institucional, de investigación, extensión, vinculación, transferencia y de organización.

Ahora bien, ¿cuáles son las llaves (es decir: las claves) que nos permiten cumplir con esa exigencia permanente?

Mencionemos las que consideramos centrales: a) flexibilidad; b) trabajo colectivo y articulado; c) participación activa de los distintos claustros; d) una dinámica democrática y sustentable. Nuestra forma organizativa estimula un entrelazamiento eficiente de estos elementos, su recreación permanente y/o la alerta temprana si el engranaje muestra dificultades.

Nuestra concepción ha sido siempre que la construcción de conocimiento no puede ni debe agotarse en formar solo para el trabajo: construimos conocimiento de manera colectiva para la vida toda. Consideramos de gran importancia concebir una educación a lo largo de la vida, y para la vida, con trayectos que nos permitan comprender y desarrollar nuevos conocimientos a partir de los saberes y conocimientos previos.

Las ingenierías, en particular, están mutando sus currículos de objetivos a competencias, lo que implica no solo el conocer sino el hacer. Y, siguiendo al Papa Francisco, nos permitimos añadir, también, el sentir. He aquí, entonces, una tríada que se retroalimenta para afrontar los diversos problemas que se nos presentan cotidianamente.

Me resulta inevitable recordar al admirado educador Telémaco Talavera, presidente de Kairós Educación: con frecuencia se señala erróneamente que las competencias están orientadas solo al mercado. Las competencias pueden y deben tener una connotación amplia y holística, sobre todo las competencias genéricas, aunque también deben permitir que el/la graduado/a las ponga en práctica con destreza en el ámbito social y/o económico.

A propósito de esto, consideramos que es acuciante la necesidad de fortalecer la formación práctica, en especial allí donde advertimos que es débil. Para ello, es imperioso entender la práctica no solo como las necesarias destrezas manuales, sino —y quizá, sobre todo— como la capacidad de tomar decisiones ante situaciones concretas y reales.

En los currículos por competencias es muy importante la capacitación docente. Necesitamos trabajar de manera colectiva para desandar la enseñanza basada solo en contenidos y profundizar la construcción de conocimientos, el “aprender a aprender”, la integración conceptual, el análisis de contextos, un tipo de formación (y de construcción) que permita la resolución de problemas concretos.

Esta perspectiva es la que, además, nos hace valorar lo trascendente del trabajo interdisciplinario. No es posible una fragmentación en “partes”, necesitamos pensar en áreas de desarrollo que permitan la integración.

Volvamos al amigo Telémaco: “La inter y tras disciplinariedad no es la suma aritmética de las partes de una disciplina, porque un organismo, un sistema, una comunidad, una empresa, etc., no son la suma aritmética desconexa de las partes, sino la integración armónica de las mismas, pero todas orientadas a un resultado concreto”.

¿Puedo permitirme un ejemplo elemental? Si una persona tiene infección en un dedo no le da fiebre solo en ese dedo, sino en todo el cuerpo. Si a un motor le falla una pieza, falla todo el motor, no solo esa pieza. Si una planta, por falta de nitrógeno, se pone amarilla no solo le genera un problema nutricional, atrae más a los insectos, etc.

Tal vez por eso nos hemos salteado (al menos por ahora) responder la pregunta que nos hacíamos al principio: es que el peor obstáculo para avanzar en lo que sea (competencias u otras formas) es superar nuestros propios prejuicios… como todo en la vida.

6 de agosto de 2024