Historia
Avellaneda
Desovillando el origen de nuestra Sede Piñeyro
Resignificar el pasado en función del presente: de la industria lanera a la producción de conocimiento.
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Por Dg. Jesica D´Alessandro | Estudiante de la Licenciatura en Turismo-UNDAV
Necesitamos viajar en el tiempo para poder comprender cuáles fueron los procesos que ocurrieron en la historia de nuestro país y que dieron paso a la creación de nuestra sede en el barrio de Piñeyro.
La industria va adoptando la forma propia que le da cada país; la Argentina de fines del siglo XIX basada en el modelo agroexportador logró llegar al apogeo económico gracias a su industria cimentada principalmente en las ventajas naturales de la geografía pampeana consagrándose como una de las principales productoras de alimentos del mundo.
Ya para comienzos del siglo XX la producción ovina se había transformado en la principal actividad agropecuaria argentina, la cual, desde sus orígenes, se fue abriendo camino como industria lanera gracias a la evolución fabril que en Avellaneda llega a su apogeo en 1901 con la habilitación del Mercado Central de Frutos y la construcción de enormes galpones de barracas con prensas de enfardelaje y lavadero de lanas, construidos cerca de las fábricas textiles.
En ese escenario era necesaria la existencia de lavaderos de lana, ya que antes se exportaban lanas en estado natural y ahora se comercializaban con un valor agregado al pasar por un proceso de limpieza. En este punto, la historia se entrelaza con nuestra universidad ya que la Sede Piñeyro, donde se encuentra la UNDAV actualmente, antes pertenecía a los lavaderos de lana Alonso, propiedad de Emilio Alonso e hijos S.A.
“La Sede Piñeyro está ubicada en un barrio con una identidad fabril propia, que, al recorrerlo, da cuenta de la historia del trabajo en la Argentina”.
Está ubicada en un barrio con una identidad fabril propia, que, al recorrerlo, da cuenta de la historia del trabajo en la Argentina y que por su cercanía al entramado de la red del ferrocarril y del riachuelo se volvió un lugar propicio para albergar no solo laneras, si no también fábricas emblemáticas como la SIAM. Estos dos elementos clave contribuyeron a la consolidación de la actividad industrial del barrio, sin los cuales no hubiera sido posible que Avellaneda sea considerada el corazón industrial de la historia argentina.
Al indagar en la historia del barrio y en los relatos de los trabajadores de la lanera Alonso surgen los recuerdos del proceso de desindustrialización que afectó a la industria y por consiguiente al territorio.
El paisaje de Piñeyro comenzó a cambiar, las fábricas cerraron sus puertas como consecuencia de esta política neoliberal, cayó la producción y aumentó la mano de obra desocupada que pasó a trabajar por cuenta propia. Sin embargo, la lanera Alonso se sostuvo en pie a través de las adversidades.
La dictadura golpeó sus puertas al igual que las de otras tantas fábricas de la zona en busca de las cabezas de sus delegados con el fin de desmantelar al sistema productivo y a la organización obrera; pero sus dueños no se dejaron amedrentar y defendieron a sus trabajadores, anécdota que quedó impregnada en la memoria de quienes formaban parte de esa gran familia obrera.
“Cuando se crea la Universidad Nacional de Avellaneda comenzó un proceso de resignificación de edificios -tanto en la Sede España en 2010, como en la Sede Piñeyro en 2013- que antes fueron productivos y ahora son generadores de conocimiento”.
Finalmente, luego de muchos devenires, la lanera Alonso tuvo que cerrar en 1989, convirtiéndose en otro cadáver industrial de los muchos que ya formaban parte del paisaje del barrio y su construcción esperó en silencio poder ver la luz nuevamente.
Fue recién con la aprobación de la ley Nacional 26543 en noviembre de 2009, cuando se crea oficialmente la Universidad Nacional de Avellaneda, junto con otras cuatro universidades llamadas “del Bicentenario”, que comenzó un proceso de resignificación de edificios -tanto en la Sede España en 2010, como en la Sede Piñeyro en 2013- que antes fueron productivos y ahora son generadores de conocimiento.
Edificios que albergan una universidad inclusiva y de calidad cuyo proyecto se basó en conocer cuáles eran las necesidades y las características socioeconómicas y culturales del territorio; una universidad que forma estudiantes comprometidos que asuman el desafío de contribuir en la construcción de modelos de sociedad integrados bajo un eje puesto en la inclusión social. Que puedan recorrer el barrio de Piñeyro y descubrir el valor del tejido social, histórico y político para rivalizar con el olvido y producir lazos comunitarios, como así se plantea en la materia Destinos y Patrimonio Turístico del AMBA, perteneciente a las carreras de Turismo.